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jueves, diciembre 09, 2021

LOS DIEZ PRINCIPIOS DEL TAI CHI CHUAN









Escrito por Luis Roca Jusmet

 Los diez principios fueron formulados por Yang Cheng Fu.

Primer principio : La energía (chi-qi) ha de fluir en los movimientos. En la cabeza y en la nuca hemos de sentir ligereza y sensibilidad para que suba el espíritu ( shen). Para ello la espalda debe estar recta pero flexible, hemos de eliminar las tensiones musculares, sobre todo en la nuca y en los hombros. La cabeza debe estar estirada hacia el cielo, imaginando un hilo en la coronilla. Elevarse hacia el cielo : esta es la actitud.

Segundo principio : Hay que hundir el cuerpo ( sung), relajando el pecho y estirando por la espalda, aunque sin doblarla. Todo muy sutil. Hay que bajar la energía (chi) al tantien ( centro energético abdominal). Respirar profundamente, de manera abdominal. Aflojarse sintiendo lo contrario de flotar, bajando la energía a los pies.

Tercer principio : Relajar la cadera, sin notar ni rigidez en la pelvis ni tensión muscular en las lumbares. Notar un movimiento fluido en su movimiento. las piernas deben notarse fuertes y estables y los pies potentes.  La cadera debe bascular sin forzar. 



 Cuarto principio : Distinguir lo lleno de lo vacío. En los movimientos notar siempre donde está el peso ( lleno) y donde no (vacío). En la actitud estamos vacíos pero llenamos cuando ponemos la intención del movimiento.

Quinto principio : Descender las hombros y dejar caer los codos. hay que eliminar la tensión de los hombros, relajarlos, y para ellos no los subimos directamente ni a través de los codos, que siempre tienen que apuntar hacia abajo. 

Sexto principio : Utilizar la intención y no la fuerza. La potencia de los movimientos no depende de la fuerza, ya que no hay tensión. Hemos de poner toda la intención en cada movimiento y de aquí proviene su energía.

Séptimo principio : Unidad de todo el cuerpo. La energía del movimiento ( chi) fluye de abajo hacia arriba. Tiene su raíz en los pies, va de los pies hacia las manos pasando por las piernas, luego sube por la cadera hacia el tórax y sube por los brazos para desembocar en las manos, donde se proyecta hacia afuera. La mano se corresponde con el pie, el codo con las rodillas y los hombros con las caderas.

Octavo principio : Unidad de lo interno y lo externo. El espíritu ( shen) es el que dirige con la intención todo el cuerpo en los movimientos. El cuerpo debe ser expresivo, los movimientos no son mecánicos, tiene espíritu.

 Noveno principio : Continuidad sin interrupción. Todos los movimientos están encadenados de una manera continua, es como una misma corriente que fluye sin bloquearse.

Décimo principio : De lo que se trata es de encontrar la calma, la quietud mental, a través del movimiento.




























LA EFICACIA DEL TAI CHI CHUAN

 Luis Roca Jusmet

François Jullien es un filósofo francés que ha vivido largas temporadas en China estudiando su lengua y su cultura. Nos propone un ejercicio muy interesante que es replantear nuestros conceptos occidentales a partir de las ideas tradicionales chinas. No se trata de comparar ni de sustituir sino de la posibilidad de pensar las cosas de otra manera y por lo tanto de abrir otros ángulos de ver las cosas.
Uno de las ideas chinas que trata es la de eficacia. La idea china de eficacia es muy diferente de cómo la entendemos nosotros. Nosotros, europeos, planteamos la eficacia como un método, un camino, un medios para llegar a un objetivo. Se trata del medio a partir del cual podemos llegar a un fin. Formulamos un modelo al que queremos llegar y un tiempo ( medible, computable, analizable) para conseguirlo. Tenemos la voluntad para conseguirlo, forzando las cosas todo lo que sea necesario. Lo que interesa es el desenlace, el resultado. Es un plan a desarrollar y sus efectos han de ser visibles, lo más espectaculares posible.
La idea china de eficacia se plantea de manera muy diferente. Es un potencial de situación, unas posibilidades a desarrollar. Se trata de crear el ambiente adecuado, de poner el germen para que las cosas maduren, de desarrollar unas condiciones que tendrán unas consecuencias. El tiempo es el necesario para que las coses maduren, sin un plan preestablecido ni unos plazos. Tampoco se trata de forzar desde la voluntad, sino de fluir, de facilitar, de adaptarse a las condiciones que hemos creado. Es importante centrarse en el origen, en el germen, en lo que plantamos, más que en el fin, en el objetivo. Se tratar de un proceso de transformación, pero de una transformación que no es visible. Como el agua que fluye, que se adapta a los lugares por los que circula, que insiste y que se va transformando manteniendo sus consistencia, sin parar nunca.
Pensemos en la práctica del Taijiquan y en el tipo de eficacia que buscamos. Si aplicamos nuestro concepto europeo de eficacia, que es el que de entrada tenemos todos nos la plantearemos como un fin orientada a un objetivo. Objetivo que puede ser la salud o el crecimiento personal, planteados como un ideal a conseguir. O también el objetivo puede ser instructor, monitor y para ello planificamos en el tiempo una serie de prácticas que serían los medios. Confiamos en nuestra voluntad para ser constantes y esperamos efectos visibles, a veces espectaculares. Vamos contabilizando los resultados, calculando la rentabilidad de nuestro esfuerzo. Todo esto está bien ¿ Porqué no?. Evidentemente cada cual puede plantearse la práctica del Taijiquan como mejor le convenga.

 Pero también podría plantearse desde la óptica de la eficacia según la tradición china. ¿ De qué se trataría, entonces ?. Se trataría de buscar las condiciones adecuadas, que son un buen maestro y un tiempo en que la práctica fuera posible. Y a partir de aquí practicar, sin esperar nada, dejando madurar el proceso, recorriendo el camino con facilidad. Sostenemos la práctica pero sin forzarnos, adaptándonos a las diferentes situaciones por las que pasamos. De esta manera vamos desarrollando un potencial, vamos sacando unas consecuencias y los efectos, aunque no sean muy aparentes, son reales porque son profundos. Nos vamos transformando de una manera lenta y progresiva, sin plazos ni fines aparentes. No practicamos porque sea útil sino porque nos gusta, porque nos sentimos bien haciéndolo y porque todo esto nos impulsa a continuar. Los beneficios entonces no son futuros, están en el presente. La propia práctica es medio y fin, no hay diferencia. Digamos que esta sería otra manera de plantear las cosas, quizás incluso más acorde con el propio espíritu de esta disciplina. Planteárselo, como mínimo, nos amplia el horizonte.